Las altas poblaciones de plagas insectiles que se observan en Sinaloa, Sonora, Baja California, Michoacán, Guanajuato y en las principales regiones hortícolas del país son el resultado en gran parte del uso irracional de insecticidas convencionales. Este uso ha provocado una alta mortalidad en la fauna benéfica nativa de los diferentes agroecosistemas, generando un desequilibrio ecológico en la relación insecto plaga/enemigo natural, favoreciendo el desarrollo de altas poblaciones de plagas en las diferentes regiones agrícolas del país. Esta es una de las principales causas por lo que la superficie a campo abierto está siendo sustituida por superficies bajo Agricultura Protegida, ya sea invernaderos o mallas sombra.
Actualmente, ya existen cerca de 30,000 has de Agricultura Protegida en México y la superficie a campo abierto se sigue reduciendo. El ritmo de crecimiento de la superficie bajo Agricultura Protegida en los últimos años ha sido muy importante.
Esta situación de alto riesgo en las superficies a campo abierto puede revertirse si se implementan estrategias adecuadas de Manejo Integrado de Plagas (MIP). Algunos agricultores creen que el Manejo Integrado de Plagas (MIP) consiste en eliminar todas las plagas con el uso indiscriminado de insecticidas químicos. O por el otro lado, buscan controlar todas las plagas con el uso de enemigos naturales o productos biológicos. Ambos conceptos están equivocados. El MIP consiste en el uso de todas las tácticas disponibles para regular las poblaciones de insectos plagas, a niveles que no causen daños económicos a los cultivos agrícolas. Esta estratégia incluye el uso de insecticidas químicos sólo cuando el umbral económico lo requiere.
El establecimiento de un programa de monitoreo de insectos es fundamental para la toma de decisiones. Su detección oportuna es un aspecto clave para su control. Dentro de las estrategias de MIP existen algunos tipos de trampas de color amarillo, las cuales se cubren con pegamento para que las plagas queden adheridas. Entre las plantas que se usan como barreras biológicas están el sorgo, maíz y el girasol. Su siembra se debe realizar en las orillas del predio donde se va a establecer el cultivo, preferentemente 35 días antes de plantar. El control biológico debe dirigirse a reducir las poblaciones de insectos antes que se dispersen hacia los cultivos agrícolas. Uno de los parasitoides o enemigos naturales más efectivos para controlar áfidos es Lysiphlebus testaceipes Cresson, el cual se ha reportado parasitando a más de 29 especies de áfidos en diferentes plantas hospederas. En el mercado existen muchos productos a base de ajo y están recomendados contra insectos, ácaros, nematodos, hongos y bacterias. Está comprobado que la aplicación de ciertos aceites en los cultivos agrícolas contribuyen directamente contra vectores de virus, además de reducir la diseminación de virus no persistentes. El respeto a las épocas de siembra es fundamental.
La implementación de cualquier sistema MIP es laboriosa y requiere del conocimiento y de monitoreos periódicos de las plagas, pero sobre todo requiere del compromiso incondicional del productor.
Esta filosofía de control de plagas avanza lentamente en México, pero avanza. Lo que es un hecho es que la única manera de lograr una agricultura sostenible es por medio de técnicas que sean amigables con el medio ambiente y con la fauna benéfica de los agroecosistemas.
Finalmente, otro aspecto que incide marcadamente en las poblaciones de insectos en los cultivos es el mercado. Dependiendo del precio de los productos son las acciones de control. Cuando los productos hortícolas no valen se dejan de hacer muchas actividades y las poblaciones de insectos y otros organismos asociados con los cultivos se incrementan, favoreciendo así la incidencia de virosis transmitidas por pulgones y otros vectores.